Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ACV representa la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad entre los adultos a nivel global.
El Accidente Cerebrovascular es una enfermedad aguda que se produce cuando se tapa o rompe una arteria del cerebro. Existen dos tipos de ACV: el Isquémico, que se produce cuando se obstruye una arteria cerebral con la consecuente falta de irrigación en una parte del cerebro, y el Hemorrágico, que sucede por la ruptura de una de esas arterias, lo que genera un sangrado dentro del mismo.
Una gran variedad de síntomas pueden ser producidos por el ACV debido a que cualquier función del cerebro puede ser afectada. El inicio es típicamente brusco y los síntomas pueden ser muy sutiles, los más frecuentes son: debilidad y/o alteraciones de la sensibilidad en la mitad del cuerpo o solo la mitad de la cara, un brazo o una pierna, especialmente del mismo lado; confusión al hablar; problemas para ver, hablar y/o entender lo que se le dice; problemas para caminar; mareos; pérdida de equilibrio o falta de coordinación del cuerpo (por ejemplo, querer agarrar algo y no poder); dolor de cabeza muy intenso y repentino; dificultad para leer y/o escribir.
La detección temprana salva vidas
Aun cuando los síntomas son identificables, una de cada tres personas no busca ayuda inmediata. Es importante reducir la cantidad de tiempo que transcurre entre la aparición de los síntomas y el momento de la atención médica ya que de esta manera se evita consecuencias como la muerte o toda una vida de discapacidad.
¿Qué podés hacer en caso de que aparezcan síntomas?
Comprobar si la persona tiene dificultades para entender o hablar. Hablarle para evaluar si entiende y responde a tus órdenes. Pedirle que repita una oración simple.
Pedirle a la persona que levante ambos brazos y/o que sonría para comprobar debilidad o falta de fuerza.
Nunca dejar sola a la persona, y es necesario transmitir tranquilidad.
Llamá a Emergencias o lleva a una guardia médica si está cerca.
Cuanto más rápido reciba asistencia médica, aumentan las probabilidades de que la persona se recupere y/o solo le queden secuelas leves.
Prevení el ACV
La mayoría de los ACV pueden prevenirse a través del control de sus factores de riesgo (hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso, sedentarismo, consumo de tabaco, etc ) y por medio de dos premisas
Adoptar estilos de vida saludables con una alimentación sana que reduzca el consumo de sal, realizando actividad física regular y adecuada, evitando el consumo de tabaco o la exposición al humo de tabaco ajeno y el consumo nocivo de alcohol.
Cumplir con los controles periódicos de salud con tu médico de cabecera, para detectar tempranamente, tratar y controlar la presión arterial, la hiperglucemia/diabetes, el colesterol y/o triglicéridos, el sobrepeso/obesidad, el hábito tabáquico y el consumo nocivo de alcohol.
Es importante señalar que la prevención y la detección temprana de los ACV no solo es posible, sino que son dos formas certeras de evitar o minimizar sus consecuencias mortales y/o discapacitantes, ayudando a mejorar la calidad de vida de las personas y contribuyendo a lograr comunidades con más salud.